Un préstamo hipotecario es siempre un compromiso financiero para el titular. Fijar un plazo más o menos largo para su devolución es clave para su capacidad de endeudamiento, ya que cuantas más cuotas se acuerden, menor será la cantidad a pagar, sin embargo, también se tendrá que hacer frente a más intereses. A continuación, te explicamos qué hay que tener en cuenta a la hora de elegir entre una hipoteca a corto o a largo plazo.
El plazo de amortización en una hipoteca es el tiempo durante el que el titular está pagando las cuotas hasta completar la devolución del dinero prestado por el banco junto a los intereses. Este plazo es clave ya que, en función del número de cuotas a pagar, la cantidad será mayor (menos cuotas) o menor (más cuotas).
Las hipotecas a corto plazo son aquellas cuyo plazo de amortización es menor a los 15 años. En este tipo de préstamos, el dinero se devuelve en un menor periodo de tiempo, por lo que las cuotas a pagar cada mes tienen una cuantía más elevada, aunque se pagan menos intereses.
A valorar: contar con un periodo de amortización más reducido puede implicar una carga financiera mensual muy elevada, ya que se paga una mayor cantidad en cada cuota. Por regla general, una hipoteca a corto plazo está indicada para personas con ingresos elevados y estables.
Las hipotecas a largo plazo son aquellas cuyo plazo de amortización supera los 15 años. En este tipo de hipotecas el titular tiene que devolver el dinero prestado durante un periodo de tiempo más holgado, por lo que la cantidad a pagar cada mes será inferior. Sin embargo, pagará intereses durante más tiempo.
A valorar: al pagar menos en las cuotas mensuales, el titular cuenta con una mayor capacidad de endeudamiento para satisfacer otras necesidades, como pagar otros préstamos, ahorrar o invertir. Normalmente, si la cuota mensual en relación al plazo calculado excede el 30% de los ingresos del titular, lo más indicado es solicitar mayor plazo, por lo tanto, una hipoteca a largo plazo, con el fin de asumir menos riesgos y poder contar con una cuota mensual más reducida. El inconveniente principal de este tipo de hipotecas es que, al pagar intereses durante más tiempo por la misma cantidad, el total que se desembolsa por el préstamo es superior.
Accede a nuestro simulador y descubre qué tipo de hipoteca te conviene más.
Dado que la contratación de una hipoteca es un compromiso a largo plazo -en España, el plazo medio se sitúa en los 24 años-, hay que tener presente determinados aspectos antes de fijar el plazo de amortización. De este modo, será posible hacer una simulación y calcular si es mejor una hipoteca a corto plazo o a largo plazo.
El Banco de España establece 30 años como plazo máximo recomendado para firmar una hipoteca para una vivienda habitual. Sin embargo, esto no deja de ser una recomendación genérica al margen de las particularidades de cada caso, por lo que lo mejor es dejarse asesorar por un especialista hipotecario de la entidad bancaria.
Estos son los puntos que más influyen a la hora de decantarse por una hipoteca a corto o a largo plazo:
Veamos un ejemplo de una misma vivienda con un mismo precio en una hipoteca a corto y otra a largo plazo.
María tiene 30 años y se va a comprar una vivienda. Calcula que para poder terminar de comprarla y satisfacer también los gastos asociados necesita 100.000 euros. Cuenta con unos ingresos mensuales de 4.000 euros y unos gastos de 600 euros. Pide al banco información sobre una hipoteca fija a 12 años y a 25 años:
En este caso, María no podría contratar la hipoteca a 12 años ya que, sus gastos (600 euros de gastos fijos + 875,53 euros de cuota) superarían el 30% de sus ingresos, por lo que tendría que apostar por la hipoteca a largo plazo, en la que la suma de todos los gastos no llega al 30% de los ingresos.
A través de una amortización anticipada es posible cambiar el plazo de devolución de la hipoteca o reducir sus cuotas. En este caso, si se opta por reducir el plazo, se terminará antes de pagar la hipoteca, pero habrá que seguir haciendo el mismo esfuerzo financiero durante el periodo restante. Es decir, que es factible llegar a cambiar una hipoteca firmada a largo plazo y convertirla a una a corto plazo.
A la hora de realizar una amortización anticipada de la hipoteca, es posible que haya que abonar alguna penalización. En España, la legislación fija una comisión por desistimiento máxima del 0,5% de la cantidad amortizada durante los cinco primeros años y del 0,25% si la cancelación se produce a partir del sexto año.
Fotografía de Alena Darmel en Pexels